ENCÍCLICA
SATIS COGNITUM
DO SUMO PONTÍFICE
LEÃO XIII
SOBRE A NATUREZA DA IGREJA
Introducción
1. Bien sabéis que una parte
considerable de nuestros pensamientos y de nuestras preocupaciones tiene por
objeto esforzarnos en volver a los extraviados al redil que gobierna el
soberano Pastor de las almas, Jesucristo. Aplicando nuestra alma a ese objeto,
Nos hemos pensado que sería utilísimo a tamaño designio y a tan grande empresa
de salvación trazar la imagen de la Iglesia, dibujando, por decirlo así, sus
contornos principales, y poner en relieve, como su distintivo más
característico y más digno de especial atención, la unidad, carácter insigne de
la verdad y del invencible poder que el Autor divino de la Iglesia ha impreso
en su obra. Considerada en su forma y en su hermosura nativa, la Iglesia debe
tener una acción muy poderosa sobre las almas, y no es apartarse de la verdad
decir que ese espectáculo puede disipar la ignorancia y desvanecer las ideas
falsas y las preocupaciones, sobre todo aquellas que no son hijas de la
malicia. Pueden también excitar en los hombres el amor a la Iglesia, un amor
semejante a la caridad, bajo cuyo impulso Jesucristo ha escogido a la Iglesia
por su Esposa, rescatándola con su sangre divina; pues Jesucristo amó a la
Iglesia y se entregó El mismo por ella(1).
Si para volver a esta madre
amantísima deben aquellos que no la conocen, o los que cometieron el error de
abandonarla, comprar ese retorno, desde luego, no al precio de su sangre
(aunque a ese precio la pagó Jesucristo), pero sí al de algunos esfuerzos y
trabajos, bien leves por otra parte, verán claramente al menos que esas
condiciones no han sido impuestas a los hombres por una voluntad humana, sino
por orden y voluntad de Dios, y, por lo tanto, con la ayuda de la gracia
celestial, experimentarán por sí mismos la verdad de esta divina palabra: «Mi
yugo es dulce y mi carga ligera»(2).